“Mis raíces, mi origen, mi lengua, la tierra de mis antepasados… ese perfume de lo español, de su cultura milenaria, de su ritmo, de su color, su luz, su aire, su vida, transformados en notas, en melodías, en armonías…”
Creo firmemente que en mi labor como Director de Orquesta español, aparte de conocer el repertorio internacional, tengo la obligación de ser un estandarte en la difusión y el reconocimiento que se merece todo ese ingente trabajo de muchos compositores españoles del XIX y primer tercio del XX, haciendo que esa inspiración y buen hacer artístico sea conocido en todas las salas de conciertos y programaciones.
Una visión “directorial” seria, un concepto musical con todas las garantías de valor técnico y de resultados, capaz de igualar otras músicas europeas, un estudio y trabajo profundo sobre todas esas obras, son los pilares básicos que sustentan mi trabajo.
El Romanticismo, el Nacionalismo, el Post Romanticismo o el Impresionismo, fueron algunas de las nuevas estéticas que marcaron de forma ineludible las líneas de creación artística y de vida cultural e incluso social en toda Europa.
Los grandes nombres de la Historia de la Música del XIX y del XX, compusieron obras maravillosas e irrepetibles, reconocidas e indiscutibles. Pero también, y es un hecho incontestable, escribieron mucha otra música no considerada dentro del “top” de la música instrumental y/o vocal que podríamos llamar, de segunda o tercera clase, en relación a sus grandes obras.
Y es ahí, en comparación con esas “otras obras” de un Beethoven, Brahms, Mendelssohn, Schubert, Schumann, Bizet, Tchaikovsky o tantos otros, donde las obras sinfónicas españolas, la de los compositores de aquí, que lucharon contra viento y marea a nivel de difusión, reconocimiento, estilismo o simplemente comprensión y audiencia, están al mismo nivel o por encima de aquellas.
La España del XIX se hallaba transitando muy despacito de lo “moderno de la época” hacia ese “modernismo estético-cultural”. Inmersa en una multitud de cambios sociales, renqueante siempre, se iba quedando atrás en todo lo que se refiere a difusión de cultura y las nuevas estéticas europeas (salvo en la corte, afrancesada o italianizante, proveniente del mundo operístico). Nuestras propias tensiones internas, generaron un entorno social nada propicio para esta expansión de la cultura.
¿Pero, qué ocurrió, rodeada de todos estos nuevos e incitantes “ismos”?. ¿Realmente fue todo así? ¿Es posible que todo fuera un erial cultural, con pequeños oasis en las grandes ciudades?
Hubo muchas y grandes personalidades en el mundo de las artes que, a pesar de las dificultades, seguían trabajando y dejándose impregnar por todas esas nuevas tendencias estéticas, que, aunque a cuenta gotas, iban llegando a la Península pausadamente. Muchos de esos artistas, a la primera oportunidad que se les presentó, fueron a conocer de primera mano, esas ciudades y países, donde la Cultura estaba en constante ebullición y evolución.
Y volvieron a España con ello bajo el brazo, para no perder su esencia, su aroma español, para trabajar “en casa”, inspirándose con las cosas de su entorno habitual familiar, y al tiempo, transmitir y mostrar todas esas nuevas estéticas, creando un nuevo pensamiento cultural.
Al final del s. XVIII musical en España, cuando la 1ª Escuela de Viena estaba resumiendo el proceso compositivo e instrumental en Europa, aquí nos quedábamos estancados en el concepto sinfónico más Galante que Clásico. Tan sólo destaca J. C. Arriaga, “el Mozart español”, como compositor con cierto nivel moderno del momento.
El creciente aumento muy paulatino del Romanticismo Alemán, junto con la salida de compositores a Europa, hicieron que, con unos 50-60 años de retraso, esas estéticas románticas aparecieran en los primeros ejemplos de música sinfónica y concertante-sinfónico.
No debemos olvidarnos sin embargo, de la amalgama de elementos españoles que definen el “por qué” de todo, de la importancia de tres ejes fundamentales en la España musical de la época: la música de la Iglesia, la muy enraizada música popular, traducida y “puesta de largo” posteriormente con la Zarzuela y el Género Chico y los primeros centros educativos estructurados conjuntamente a los primeros grandes teatros.
Todo ese grupo de compositores e instrumentistas “europeizados”, son los que nos trajeron las innovaciones técnicas y musicales que marcarían la 2ª mitad del siglo XIX y el primer tercio del siglo XX en España. Y fue durante esta etapa donde el llamado “Nacionalismo Musical”, hizo acto de presencia alcanzando sus máximas cotas con los Falla, Albéniz, Granados, etc…
Sin embargo, ¿Dónde quedaron todos los demás compositores? ¿Dónde están sus obras? ¿Por qué no aparecen en las temporadas musicales?
A la gran cantidad de compositores españoles olvidados y obviados, en cuanto se les hace un análisis técnico más profundo de sus composiciones, podemos apreciarles la calidad excelente de sus obras, tanto como para que sean tomadas en serio ante la posibilidad de recuperar y poner en atriles esas músicas sinfónicas y concertantes de más que indudable categoría musical.
“Escuchar a España, sus campos y sus gentes, remite instintivamente a cuanto fuimos; es un modo de oír a los antepasados, la manera de tenerlos por unos iguales, el medio de retornarlos”
Romper tabúes musicales, generar nuevos oyentes que disfruten de descubrir nuestro rico patrimonio musical español para orquesta, cambiar algunos hábitos del “escuchar lo de siempre” en las temporadas, quizás necesiten de impulsos como éste. Y ahí está ese repertorio para orquesta de muy alta calidad estética y musical que, como director, quiero dar a conocer y a disfrutar al público melómano universal.
¿Vamos a seguir manteniendo en el olvido todo este rico patrimonio cultural español?
¡En nuestras manos está!
Joaquín de la Cuesta
Director de Orquesta
Télefono: +34 623482576
Susana de la Cuesta (Producción) -
Cristina Sabaté (Coordinación) -
Joaquín de la Cuesta -
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